









Cosas que hacer
Cerrado al público, el Jardín de Qianlong de la Ciudad Prohibida ha permanecido dormido durante casi un siglo bajo los cuidados del Museo del Palacio. Este tesoro del siglo XVIII, construido para el emperador Qianlong de la era Qing como lugar de retiro planificado en el que pudiera disfrutar de su pasión por el arte, la arquitectura y la música, contiene algunas de las reliquias más inusuales y elaboradas del mundo.
El Jardín de Qianlong está formado por 27 edificios en la esquina noreste de la Ciudad Prohibida. Hace una década, se puso en marcha un proyecto de 20 años de duración patrocinado por el Museo del Palacio y el Fondo Mundial para los Monumentos con el objetivo de devolver al complejo su antigua gloria.
Las instrucciones del emperador Qianlong, para quien el dinero no era problema, a los cortesanos y artesanos eran muy simples: construir una versión en miniatura del palacio imperial, un lugar de una estética maravillosa, usando los mejores materiales. El enclave también disfrutaba de las mejores vistas: la vista desde el punto más alto sobrepasa los tejados naranjas de la Ciudad Prohibida y se extiende hasta la Colina del Carbón al norte del complejo.
De entre todo su intricado diseño interior y extravagancia arquitectónica, uno de los lugares preferidos del emperador era una rocalla fabricada expresamente que contiene grutas, senderos empinados y una pagoda. Es un lugar de paz y soledad, en el que solo los pájaros rompen el silencio; posiblemente sea el lugar más tranquilo de toda la ciudad de 20 millones de habitantes.


Cosas que hacer
Aunque los emperadores de la antigüedad viajaban con boato y estilo cuando se escapaban a los climas más frescos del Palacio de Verano desde el centro de la Ciudad Prohibida, este viaje era desesperadamente lento y llevaba la mayor parte del día. Los viajeros actuales cuentan con una opción más rápida: un metro que deja a los pasajeros a unos cientos de metros de uno de los enclaves imperiales más majestuosos de la ciudad.
El Palacio de Verano, con su sombreada vegetación, era el lugar al que el emperador volaba para escapar de los insufribles veranos. El parque del palacio se benefició de una restauración de 7 millones de USD de cara a los Juegos Olímpicos de 2008 en Pekín. La Pagoda del Buda Fragante, el Gran Corredor y el Salón de la Disipación de la Nube recibieron un lavado de cara que dejó el palacio en condiciones prístinas; a su lado se encuentra el complejo las Cuatro Grandes Regiones, un núcleo de templos de lamas tibetanos que recientemente volvió abrir sus puertas al público.
Igual que sucede con la mayoría de las atracciones de China, los madrugadores se llevan la recompensa. En este caso, llegar temprano garantiza el ambiente de paz que con toda seguridad reinaba durante la época imperial. Lleve un tentempié si piensa pasar un tiempo largo en sus extensos terrenos; un lugar perfecto para comer son las riberas del magnífico lago Kunming.